miércoles, 21 de abril de 2010

EL PATIO DE LOS PERDIDOS ¡¡¡¡ POR CAPÍTULOS!!!

Buenas tardes:

Como os dije que iba a fotocopiar el libro " El patio de los perdidos" y todavía no ha sido posible y aprovechando esta herramienta tan dinámica como es el blog os voy a ir subiendo el libro por capítulos para que todos los que quieran puedan ir siguiéndolo por aquí. Si tenéis alguna sugerencia o queréis comentar algo hacedlo sin ninguna duda. Espero que os guste, está escrito con todo mi cariño.

PRIMERA ENTREGA

EL PATIO DE LOS PERDIDOS


CAPITULO I

Todo era extraño aquella mañana. El despertador no había sonado a su hora así que volvería a llegar tarde a clase. Me levanté presuroso y llegué a la cocina. Miré el reloj y… ¡Dios mío!, ¡las nueve menos cinco! Entonces, volví a mi habitación y llamé a mi madre pero no estaba en casa. Esto empezaba a complicarse, ¿dónde estará? Ella no se marchaba a trabajar hasta que yo no me acababa el desayuno. No había tiempo para más, así es que sin más demora cogí las llaves, el chaquetón y salí como una bala escaleras abajo, no sin antes dar un gran portazo que seguramente acabaría por despertar a los vecinos, bueno, a los pocos que quedasen durmiendo a esas horas de la mañana .

Lo mejor estaba por suceder. Conforme corría calle abajo hacia el colegio me iba frotando los ojos para intentar desprenderme del sueño que aún me invadía. Mi cabeza no estaba para muchas ocupaciones, solamente recordaba que cumpliría mi cuarta amonestación por impuntualidad si sonaba el timbre y no estaba en la fila. Don Rafael ya me había advertido que no me quedaban más oportunidades. Todo estaba en contra y el tiempo infalible reducía mis opciones de salvación.

Una especie de cosquilleo subía por mi barriga como si un batallón de hormigas se colase por mi jersey. Extenuado, llegué a las puertas del colegio y, erguido con mi cartera en los hombros, descubrí que no había puertas. ¬¬

¡Esto qué es!, exclamé a voz en grito. ¡No hay puertas! ¡No hay colegio! ¡No hay nada! ¡Está vacío! No daba crédito a lo que estaba viendo, cómo si la tierra se lo hubiera tragado. Toda la calle estaba completamente desierta. ¡Un gran solar se extendía en la calle de mi colegio!

No sabía que hacer, volví la vista atrás y no contemplé nada que me permitiera sacar conclusiones. Al principio, me pellizqué creyendo que estaba todavía dormido, retozando placidamente en mi cama; sin embargo, todo estaba igual que siempre salvo el colegio, ahora convertido en un gran solar. De lejos, pude reconocer la figura de alguien conocido, era el profesor de plástica que caminaba tranquilamente por la otra acera, me acerqué a él y ...

CONTINUARÁ...

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